
Cuerpo Emocional
Lo mejor y más hermoso en el mundo no puede ser visto ni tocado, debe ser sentido con el corazón. – Helen Keller
¿Qué significa el nudo en la garganta, el vacío en la boca del estómago, la presión en el pecho o los pelos erizados? Estas sensaciones tienen su razón de existir, nos están diciendo algo. Pero cómo reconocer aquello que nos quieren comunicar?
El término emoción viene del latín emotĭo, que significa “movimiento o impulso”, “aquello que te mueve hacia”. Es una reacción psicofisiológica a un estímulo externo que está condicionada por la mente.
Dicho de otra manera, cuando entramos en contacto con el ambiente o las acciones de los demás, la mente reacciona enviando señales a nuestro cuerpo y psique, determinando el estado de ánimo y generando cambios físicos en nuestra postura y expresión de la cara. Estas reacciones son las que sentimos como emociones y nos indican la calidad del estímulo que recibimos y la calidad de nuestra respuesta a ese estímulo. Las emociones nos proporcionan una valiosa herramienta para conocer lo que sucede en nuestro universo interior y nos están siempre indicando el camino que debemos tomar y la ruta que debemos evitar.
Los sentimientos y las emociones son el lenguaje universal que debe ser honrado. Son la expresión auténtica de quiénes somos. – Judith Wright.
E-moción significa energía en movimiento. Una energía liberada por la mente como respuesta a un estímulo. Esta carga vibratoria de las emociones que se mueven en nuestro sistema, la podemos sentir como positiva o negativa. Llamamos emociones de alta vibración, a aquellas asociadas con el amor: la paz y el bienestar, y de baja vibración a aquellas basadas en el miedo: ansiedad, duda, celos, envidia y rabia. Cuando nos sentimos felices, saludables y equilibrados, quiere decir que aquello que nos produce esa paz, está en armonía con nuestra esencia amorosa, nos dice que aquel estímulo es bueno para nosotros y que vamos transitando por el camino correcto. Las emociones positivas nos dicen: “Vas muy bien, sigue adelante!”
Si por el contrario sentimos cansancio, rabia, tristeza o miedo, quiere decir que nos hemos desviado del camino y que hay algo para corregir. En este caso debemos hacer uso de nuestro más alto nivel de discernimiento para determinar si eso que hay que cambiar es una actitud o percepción interna o si debemos hacer un cambio externo como mejorar la postura de trabajo en el computador, terminar una relación o cambiar de casa.
Por ejemplo, si te estás sintiendo mal en el trabajo, las relaciones con tus colegas no son buenas y llegas demasiado cansado a la casa, quiere decir que tus emociones te muestran que hay algo relacionado a tu trabajo que hay que cambiar. Después de un proceso de introspección, tal vez determinarás que sí estás haciendo lo que te gusta, que debes mostrarte más abierto a las ideas de los demás, y que deseas y crees firmemente que te mereces un aumento (y debes atreverte a pedirlo).
Una vez que una emoción aparece, debemos reconocerla y procesarla. Es una energía que se ha liberado para ser utilizada y está ahí para mostrarnos cómo se siente ir o no por el camino del bienestar. La energía que necesitas para tener el coraje de pedirle un aumento a tu jefe está disponible, si no la utilizas, se queda retenida.
Cuando no atendemos el llamado de nuestras emociones, estas se estancan y producen un bloqueo en el libre flujo de la energía en nuestro cuerpo sutil, generando malestar o enfermedad. Solo hasta que atiendas el llamado de lo que esa emoción te está mostrando y la proceses, la energía se libera y empieza a fluir normalmente.
Escuchar las emociones
Para entender lo que nos dicen las emociones debemos primero reconectarnos con ellas. Muchos nos hemos desconectado de nuestro cuerpo emocional como una medida defensiva ante el dolor, por condicionamientos sociales o por miedo a soltar algo de nuestra vida que creemos necesario, pero solo al reconocer su presencia, cada vez que se manifiesta, podremos entender sus mensajes. Este es un proceso paulatino que comienza con un hábito consciente y perseverante de auto-observación.
Procesar y liberar las emociones
Como las emociones son estados mentales, el método para manejarlas debe venir de adentro nuestro. No existe otra alternativa. No pueden ser liberadas por técnicas externas. — Dalai Lama
Una vez que logramos tomar consciencia de la presencia de las emociones y de la calidad de la energía que las caracteriza, ellas empiezan a responder y a fluir. Luego se trata de encontrar aquella acción que va a generar el cambio necesario para que esta emoción cumpla con su cometido, y la energía que la compone pueda liberarse.
En muchas ocasiones se trata de comunicar. Al hablar con alguien, incluso con la persona por la cuál tenemos estos sentimientos, podemos encontrar claridad sobre la naturaleza de la situación. Por otra parte, las palabras cargan en ellas algo de la dosis de energía que estaba estancada, liberándola. Una vez que pasa el impulso inicial y logramos interiorizarnos para comprender calmadamente lo que estas emociones nos piden, debemos proceder rápidamente a ejecutarlo para que su energía no se acumule y se estanque.
El movimiento ayuda mucho a liberar la energía emocional que nos habita. Salir a trotar, bailar o hacer yoga puede ayudar enormemente a liberar acumulación de estrés y otros factores emocionales, y lo podemos hacer para acompañar la tarea de procesar y liberar.
Como las emociones tienen su componente energético, limpiar el cuerpo sutil es otra forma de ayudar con el proceso de liberación. Las sanación espiritual, por invocación o en presencia de un terapeuta, también puede ayudar a liberar patrones emocionales viejos que están reprimidos.
Procesos terapéuticos
Sólo en el momento en que nos volvemos conscientes de nuestras emociones, podemos empezar a ahondar para encontrar sus raíces. En ocasiones, los patrones mentales repetitivos que nos causan sufrimiento, corresponden a una vieja emoción enterrada en el tiempo, que nunca fue procesada. Llegar a ese lugar y sanar la energía reprimida, es un proceso terapéutico delicado que se puede lograr utilizando técnicas de diversas corrientes y que debe ser acompañado por profesionales competentes.
La salud emocional depende también del cuidado y equilibrio de todo nuestro ser: cuerpo físico, cuerpo sutil, mente y conciencia. Ver abajo prácticas y terapias.
Por último, la actitud es de vital importancia para tomar las riendas de la mente y no dejarse dominar por las emociones. Con nuestra voluntad podemos decidir observarlas, aún las negativas, como oportunidades, porque nos muestran con claridad dónde está el problema y solo conociendo el problema podemos acceder a la solución. Por otra parte, aquello a lo que dedicamos mucha atención tiene tendencia a crecer, así que cuando estamos experimentando emociones negativas, además de escucharlas y procesarlas, debemos generar conscientemente otras positivas para equilibrarnos y no dejarnos abatir.
Hoy seré el maestro de mis emociones.
Si siento depresión, cantaré. Si siento tristeza, reiré. Si me siento enfermo duplicaré mi trabajo. Si siento miedo seguiré adelante. Si me siento pobre pensaré en la riqueza. Si me siento insignificante recordaré mis metas. – Og Mandino
Prácticas y terapias
Desarrollo interior: Terapias Psicológicas, Coaching, The Work.
Disciplinas integrales: Yoga, Tai-Chi, Artes Marciales, Tensegridad, Danza Terapéutica.
Terapias energéticas: Reiki, Sanación Pránica, Terapia de Reconexión.
Terapias de contacto: Masaje Tai, Shiatsu, Drenaje Linfático, Masaje Pressel, Masajes Terapéuticos, Drenaje Linfático.
Medicina alternativa: Medicina Biológica, Medicina China, Acupuntura, Flores de Bach, Bio-Resonancia, Omeopatía.
Terapias espirituales: Terapia con Ángeles, Theta Healing.
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«Ocean of Love» – Alex Grey – www.alexgrey.com
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